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Versión Cero

¿Metodología?...Sí pero, ¿cuál?

Todo el mundo asume que la implantación de una metodología es necesaria si se quiere gestionar adecuadamente los proyectos, pero antes de decidirnos por una metodología en función de sus características deberíamos reflexionar acerca de otros aspectos determinantes en el éxito de su implantación.

por Javier Gómez, 12 enero 06

Recientemente un compañero de trabajo me comentó que en algunos departamentos de la empresa en la que actualmente trabajo se estaba empezando a generar cierta incomodidad con determinados métodos y herramientas de trabajo con las que no estaban acostumbrados. Pensando sobre ello me di cuenta que este malestar tenia cierta base fundada, pues esos métodos habían sido extendidos a dichos departamentos desde otros que los estaban utilizando desde hace tiempo y para los que dichos métodos estaban ya plenamente implantados y asumidos.

Pensando sobre ello se me ocurrió escribir unas cuantas ideas acerca de como las metodologías no siempre ayudan a todo el mundo por igual, especialmente cuando no son las adecuadas.

Existe una creencia generalizada de que la metodología (en termino abstracto) resuelve o ayuda a resolver los todos problemas o las deficiencias en la gestión, especialmente en la gestión de proyectos y de equipos. Esto a mi entender es un error, pues muchas veces estos errores son provocados e incluso magnificados por la selección incorrecta de una metodología.

Primero de todo, antes de seleccionar, y mucho menos antes de implantar ninguna metodología, el proceso de adopción debe estar auspiciado por los estamentos superiores de la organización. Todos conocemos casos en que la propia dirección de la empresa o los mandos intermedios son los primeros que obvian los procesos y métodos definidos, o no ponen todo su empeño en que la organización cumpla con ellos. Sin esta premisa, cualquier intento de implantación metodológica será un fracaso. Hasta aquí, creo que no se ha dicho nada que el sentido común no dicte a la mayoría de de las personas, pero creo que es imprescindible comenzar cualquier discusión sobre este tema con esta premisa.

Seguidamente, se debe tener en cuenta que la metodología no debe adaptarse a la organización, sino que es la organización la que debe adaptarse a la metodología. Esto debidamente matizado tiene su porqué. Las metodologías (debidamente seleccionadas) deben guiar a la organización en el desarrollo de sus objetivos. Por ello, la organización, y más concretamente aspectos como su estructura, canales de información, recursos humanos y físicos, etc., deben ser los adecuados para garantizar el correcto funcionamiento de los procesos y métodos definidos en la metodología. Por poner un símil, no tiene sentido que un grupo de heavy-rock (o de jazz) sea dirigido por un director de orquesta sinfónica.

En cambio, si que hay un aspecto de la organización donde la metodología debe de adaptarse: su cultura. Y me refiero a la cultura empresarial en un término amplio. Así pues empresas sin una estructura y forma de trabajo bien definida y asumida por todos sus miembros no deberían seguir metodologías “estrictas” (por estrictas me refiero a metodologías fuertemente estructuradas, y con énfasis en los procesos formales de comunicación e información). Pensemos por ejemplo en pequeña empresa incipiente de desarrollo de proyectos informáticos en la que todo el mundo hace de “chico para todo” y que pretenda adoptar una metodología como Métrica (recordemos que Metrica fue definida por las AA.PP. para las AA.PP. y con eso creo que ya he dicho todo). De igual manera, las empresas que estén fuertemente orientadas a la obtención de resultados en breves periodos de tiempo deberían utilizar metodologías que se adecuen a dichas necesidades (Agile, Scrum, etc.), y de manera similar, empresas con muchas inercias estructurales no pueden pretender cambiar radicalmente y de manera inmediata su velocidad de reacción con modelos metodológicos apoyados en ciclos de desarrollo cortos o modelos en espiral.

También las personas tienen su grado de impacto en el éxito o fracaso de adopción e implantación de una metodología. Por ejemplo, si una persona no tiene cierta tendencia a ser organizada nunca podrá acomodarse a un método, independientemente de lo estricto que dicho método sea, incluso aunque lo haya definido ella misma. Muchas veces las decisiones metodológicas vienen determinadas por personas que son “genios locos” los cuales no se caracterizar precisamente por ser organizados. La motivación de una persona también determina cómo ésta adoptará una metodología. Si no se está motivado positivamente con el trabajo a realizar (y adelanto que a nivel personal creo que parte de la motivación a veces la debe buscar uno mismo) se caerá en la inconstancia y por ende se acabará abandonando el método que se pretendía seguir. Gran parte de las metodologías, sino todas ellas, se basan en modelos de colaboración y trabajo en equipo. Si una persona no está dotada para el trabajo en equipo, nunca podrá seguir adecuadamente una metodología de estas características, y mucho menos aún podrá dirigir a un equipo, por muy altas que sean sus capacidades técnicas o sus dotes políticas. Así, ¿cuántas veces hemos vistos verdaderos “geeks” o “gurús” del desarrollo informático liderando equipos de desarrollo?. En estos casos lo que se acabará obteniendo es un bello resultado técnico pero un desastrosa gestión de proyectos o equipos. Afortunadamente, en este último punto hay vías de actuación a disposición de las personas y los departamentos de RRHH, y pueden paliarse las deficiencias de las personas en estos aspectos mediante los planes de gestión de competencias, los planes de formación, mentoring, coaching, etc.

En resumen, las metodologías pueden hacer mucho bien si son elegidas adecuadamente e implantadas de manera correcta, pero también pueden hacer mucho daño en las organizaciones si, como mucha gente piensa, el método es el fin verdadero. Antes de plantearnos la adopción de una metodología (o incluso de definir un proceso), pensemos, además de la eficiencia del mismo, en si es el más adecuado para las personas a las que va a prestar sus servicios. Y recordemos que algunas veces (por suerte no muchas) el método es que no hay método.

Comentarios
1 Sergio Montoro Ten
18 enero 2006, 00:52

Yo recomiendo la metodología “Mantente mientras cobro”.

En un entorno dinámico y cambiante como el actual, nunca se sabe cuando vas a tener que dejar de mantener el programa.


2 Rastafari
19 enero 2006, 00:31

Cada caso y cada organizacion es un mundo, pero yo diria que hay al menos 3 cosas fundamentales para que se tenga exito en la eleccion de una metodologia:

1 – la ultima palabra sobre que metodologia utilizar la tienen que tener aquellas personas que van a utilizarla.

2 – sentido comun.

3 – sentido comun.


3 Javier Gómez
19 enero 2006, 10:08

(#2) Tienes mucha razón, aunque yo ahí veo un ligero problema. ”...el sentido común es el menos común de los sentidos...”. Muchas veces nos podemos encontrar con pareceres distintos en distintas personas todos ellos dictados por el sentido común y de esto es precisamente de lo que viven los metodólogos: de hacer que las personas hagan más caso a documentos, consultores, doctrinas y escuelas todos ellos debidamente publicitados, antes que a su sentido común (muchas veces es mejor así, pero no siempre).


4 Rastafari
19 enero 2006, 13:07

Sobre estos temas no hay normas fijas claro esta, quizas lo adecuado sea encontrar el equilibrio entre los dos extremos, hacer caso a las metodologias pero sin perder de vista el contexto donde nos movemos y la aplicación del sentido comun.

Yo por mi experiencia he vivido el extremo en el que se trata de aplicar una metodologia por decreto y sin consultar a los que la van a usar, no se aplico ni la logica, ni el sentido comun, ni la experiencia acumulada por la gente que conocia la empresa, simplemente se cojio una norma y “pa’lante”.

resultado: nadie sigue la metodologia, el hombre es un animal que se adapta y encuentra el camino de esquivarla rapidamente.


5 Javier Gómez
19 enero 2006, 13:24

(#4) De nuevo tienes razón. Esa era precisamente la motivación que me llevó a escribir el artículo. A ver si de esta forma en otras situaciones la metodología se selecciona y se implanta con un cierto grado de consenso en la organización de turno.


6 Peter
27 enero 2006, 12:03

A mi me gusta preguntarme sobre el porque de las cosas.

¿ Qué es una metodología ?

Si buscamos en Google con “define: metodología”, me quedo con tres definiciones:

1) Manera sistemática de hacer cierta cosa.

2) Parte de la lógica que estudia los métodos. Se divide en dos partes: la sistemática, que fija las normas de la definición, de la división, de la clasificación y de la prueba, y la inventiva, que fija las normas de los métodos de investigación propios de cada ciencia.

3) Descripción de la base metodológica para el desarrollo del proyecto y el logro de los resultados esperados.

Mi definición particular sería: La metodología es un conjunto de métodos eficientes orientados a conseguir un objetivo propuesto.

Estos métodos eficientes los tenemos por todos sitios, como: abrir una puerta, montar un mueble, conducir un coche, construir un edificio, construir un programa.

Es decir, un método sería como un software para hacer algo. O dicho de otra forma, una secuencia de pasos para conseguir algo.

Depende de lo que quieras construir y de los componentes de que dispongas, utilizarás una metodología u otra.

Si alguien ha creado una metodología que es realmente efectiva para conseguir un objetivo, entonces la podemos aprender y utilizar, pero siempre en un entorno igual, porque si no no será efectiva.

Yo creo que la metodología utilizada te proporciona especialización, que es una forma de competir con éxito. Cada animal está especializado genéticamente. Las personas nos especializamos profesionalmente. Las empresas se especializan en un area de actividad.

Pero la especialización no tiene vuelta atrás. Cuando un animal, empresa o persona se especializa en algo, es muy eficiente y efectiva en ese algo, e intentar cambiarlo es prácticamente imposible.

Un conocido me puso un ejemplo que me gusto mucho. Me dijo que una empresa, a medida a que va estableciendo sus métodos y procesos de funcionamiento (su propia metodología de funcionamiento), estos son como finas capas de escayola que se va formando en un brazo. Al principio con poco esfuerzo puedes romperlo, pero a medida que pasa el tiempo el esfuerzo que necesitas realizar es mayor, y llega un momento que es imposible.

En el mundo empresarial, tendrías una empresa muy especializada y efectiva en un area de actividad muy concreta de actividad. Eso sí, si quieres hacer otra cosa, mejor que montes otra empresa totalmente independiente y que la primera no afecte a la nueva porque si no no funcionará.

Mi conclusión: Define el futuro (describe que quieres conseguir), estudia el pasado (aciertos y errores de otros, con sus metodologías y circunstancias), y dirige el presente (crea un plan, reune los elementos necesarios y ve creando tu propia metodología, diferente, especializada y superior a los demás).


7 Lucas Rodríguez Cervera
30 enero 2006, 12:19

Yo añadiría:

– Implantación gradual comenzando por las disciplinas que aporten valor de forma más clara. – Desde el minuto posterior a la implantación comienza un ejercicio de mejora contínua. Consulta a los usuarios (formal e informalmente) – Mide y comunica los éxitos logrados. Vende el éxito de la metodología. – Intenta convencer a las personas más escépticas, sobretodo si son líderes. Intenta evangelizarles (no me gusta esta expresión pero transmite muy bien la idea) – Con muchísima mano izquierda no toleres actuaciones no conformes. Que nadie deje de cumplir la metodología “por que no le de la gana”. Pero cuidado, a veces el hecho de que no se siga la metodología puede ser una alerta de “metodología poco flexible”.
8 alex
30 enero 2006, 18:09

pues igual si usan XP les va chido…


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